domingo, 30 de enero de 2011

La luz es como el agua

Gabriel García Márquez



En Navidad los niños volvieron a pedir un bote de remos.
-De acuerdo -dijo el papá, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena.
Totó, de nueve años, y Joel, de siete, estaban más decididos de lo que sus padres creían.
-No -dijeron a coro-. Nos hace falta ahora y aquí.
-Para empezar -dijo la madre-, aquí no hay más aguas navegables que la que sale de la ducha.
Tanto ella como el esposo tenían razón. En la casa de Cartagena de Indias había un patio con un muelle sobre la bahía, y un refugio para dos yates grandes. En cambio aquí en Madrid vivían apretados en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. Pero al final ni él ni ella pudieron negarse, porque les habían prometido un bote de remos con su sextante y su brújula si se ganaban el laurel del tercer año de primaria, y se lo habían ganado. Así que el papá compró todo sin decirle nada a su esposa, que era la más reacia a pagar deudas de juego. Era un precioso bote de aluminio con un hilo dorado en la línea de flotación.
-El bote está en el garaje -reveló el papá en el almuerzo-. El problema es que no hay cómo subirlo ni por el ascensor ni por la escalera, y en el garaje no hay más espacio disponible.
Sin embargo, la tarde del sábado siguiente los niños invitaron a sus condiscípulos para subir el bote por las escaleras, y lograron llevarlo hasta el cuarto de servicio.
-Felicitaciones -les dijo el papá ¿ahora qué?
-Ahora nada -dijeron los niños-. Lo único que queríamos era tener el bote en el cuarto, y ya está.
La noche del miércoles, como todos los miércoles, los padres se fueron al cine. Los niños, dueños y señores de la casa, cerraron puertas y ventanas, y rompieron la bombilla encendida de una lámpara de la sala. Un chorro de luz dorada y fresca como el agua empezó a salir de la bombilla rota, y lo dejaron correr hasta que el nivel llego a cuatro palmos. Entonces cortaron la corriente, sacaron el bote, y navegaron a placer por entre las islas de la casa.
Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza mía cuando participaba en un seminario sobre la poesía de los utensilios domésticos. Totó me preguntó cómo era que la luz se encendía con sólo apretar un botón, y yo no tuve el valor de pensarlo dos veces.
-La luz es como el agua -le contesté: uno abre el grifo, y sale.
De modo que siguieron navegando los miércoles en la noche, aprendiendo el manejo del sextante y la brújula, hasta que los padres regresaban del cine y los encontraban dormidos como ángeles de tierra firme. Meses después, ansiosos de ir más lejos, pidieron un equipo de pesca submarina. Con todo: máscaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido.
-Está mal que tengan en el cuarto de servicio un bote de remos que no les sirve para nada -dijo el padre-. Pero está peor que quieran tener además equipos de buceo.
-¿Y si nos ganamos la gardenia de oro del primer semestre? -dijo Joel.
-No -dijo la madre, asustada-. Ya no más.
El padre le reprochó su intransigencia.
-Es que estos niños no se ganan ni un clavo por cumplir con su deber -dijo ella-, pero por un capricho son capaces de ganarse hasta la silla del maestro.
Los padres no dijeron al fin ni que sí ni que no. Pero Totó y Joel, que habían sido los últimos en los dos años anteriores, se ganaron en julio las dos gardenias de oro y el reconocimiento público del rector. Esa misma tarde, sin que hubieran vuelto a pedirlos, encontraron en el dormitorio los equipos de buzos en su empaque original. De modo que el miércoles siguiente, mientras los padres veían El último tango en París, llenaron el apartamento hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante años se habían perdido en la oscuridad.
En la premiación final los hermanos fueron aclamados como ejemplo para la escuela, y les dieron diplomas de excelencia. Esta vez no tuvieron que pedir nada, porque los padres les preguntaron qué querían. Ellos fueron tan razonables, que sólo quisieron una fiesta en casa para agasajar a los compañeros de curso.
El papá, a solas con su mujer, estaba radiante.
-Es una prueba de madurez -dijo.
-Dios te oiga -dijo la madre.
El miércoles siguiente, mientras los padres veían La Batalla de Argel , la gente que pasó por la Castellana vio una cascada de luz que caía de un viejo edificio escondido entre los árboles. Salía por los balcones, se derramaba a raudales por la fachada, y se encauzó por la gran avenida en un torrente dorado que iluminó la ciudad hasta el Guadarrama.
Llamados de urgencia, los bomberos forzaron la puerta del quinto piso, y encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo. El sofá y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban en la sala a distintos niveles, entre las botellas del bar y el piano de cola y su mantón de Manila que aleteaba a media agua como una mantarraya de oro. Los utensilios domésticos, en la plenitud de su poesía, volaban con sus propias alas por el cielo de la cocina. Los instrumentos de la banda de guerra, que los niños usaban para bailar, flotaban al garete entre los peces de colores liberados de la pecera de mamá, que eran los únicos que flotaban vivos y felices en la vasta ciénaga iluminada. En el cuarto de baño flotaban los cepillos de dientes de todos, los preservativos de papá, los pomos de cremas y la dentadura de repuesto de mamá, y el televisor de la alcoba principal flotaba de costado, todavía encendido en el último episodio de la película de media noche prohibida para niños.
Al final del corredor, flotando entre dos aguas, Totó estaba sentado en la popa del bote, aferrado a los remos y con la máscara puesta, buscando el faro del puerto hasta donde le alcanzó el aire de los tanques, y Joel flotaba en la proa buscando todavía la altura de la estrella polar con el sextante, y flotaban por toda la casa sus treinta y siete compañeros de clase, eternizados en el instante de hacer pipí en la maceta de geranios, de cantar el himno de la escuela con la letra cambiada por versos de burla contra el rector, de beberse a escondidas un vaso de brandy de la botella de papá. Pues habían abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se había rebosado, y todo el cuarto año elemental de la escuela de San Julián el Hospitalario se había ahogado en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. En Madrid de España, una ciudad remota de veranos ardientes y vientos helados, sin mar ni río, y cuyos aborígenes de tierra firme nunca fueron maestros en la ciencia de navegar en la luz.

Ver video del cuento

8 comentarios:

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  2. Como gran maestro que es de la narrativa (además de dominar con acierto el género periodístico) García Márquez nos sumerge en una historia, que como el género lo exige, nos mantiene en una expectativa permanente, desde el inicio hasta el final insospechado, nos presenta los personajes, el espacio y el tiempo de la acción, señalando de manera sutil los roles que cada uno de ellos desempeña (protagónico, antagónico y secundarios) así como el hilo conductor de la trama. Teniendo en cuenta la introducción de los diálogos cortos y el estilo mágico real en el cual se haya circunscrito el autor, con una narración lineal y fantástica.

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  4. La literatura es un instrumento de formación, de conocimiento, de placer y además es un estímulo a las nuevas generaciones.
    García Márquez nos lleva al mundo de la imaginación donde todo puede ser posible. A través de este mundo se comprende mejor la vida humana, nos reconocemos en los textos, permitiéndonos vivir experiencias interiores a través de sus lecturas.

    La narrativa de “La luz es como el agua” logra su objetivo, ya que nos involucra en la experiencia imaginaria del autor y sus protagonistas alrededor de una historia fantástica.
    Su estructura narrativa: narración, relato e historia, nos permite obtener la visión de los personajes, su ambiente y las experiencias que viven en los diferentes momentos de la historia, la cual se desencadena a partir de una pregunta ingenua.
    La versión en video nos cuenta cuál pudo ser el inicio del relato. A partir de la experiencia de García Márquez con el técnico de la luz, donde el autor se genera una pregunta a la que el técnico desprevenido responde a manera de metáfora, desencadenando la ficción desbordante del autor.

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  5. "LA LUZ ES COMO EL AGUA" es una narración especial, como todas las realizadas por el novel Gabriel García Márquez, tiene la particularidad de encerrar una trama tan bien fundamentada que genera en el lector una expectativa desde el inicio hasta el final, logrando capturar la completa atención de lector de tal manera que en este fluye la imaginación, atrae tanto al lector que es casi imposible dejar de leer sin conocer cuál sería su final. Esta narración ubica al lector en el tiempo, el lugar y espacio imaginario de los hechos, ya que describe los roles y las personalidades de los personajes, mediante observaciones cotas, los diálogos también son cortos, pero concisos, esta narración es fantástica.

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  6. Es un hermoso cuento de nuestro novel de literatura en el que se caracteriza el estilo narrativo por la mágica descripción de un tiempo y espacio real en que las tareas de la escuela y las menciones de honor eran el billete de entrada a un espacio virtual, donde los sueños podía navegar en mar de luz y buscar la estrella polar.

    Con un toque muy suyo –“El Gabo”- viaja y hace viajar al lector por un mundo de fantasía con un orden secuencial en el que los sucesos se atreven a plasman la realidad de un mundo irreal.

    Fray. Giovanny

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  7. Palabras tan acertadas y tan bien entrelazadas con tan inmensa riqueza en el estilo narrativo no pueden ser más que obra de un artista de la literatura como lo es Gabriel García Márquez, quien deja entrever en sus escritos la magia y el dominio de la imaginación. ESTE COMO TODOS LOS DEMAS ESCRITOS DE GABO, son un regalo a la imaginación y a la inspiración de los amantes de la narrativa y un privilegio para quienes lo podemos disfrutar.

    Dulfary

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  8. Este es uno de los muchos regalos que el nobel de literatura le hace a todos sus lectores. En este vemos como la imaginación Gabriel garcía Marquez sobre pasa la realidad y nos lleva a través de una elocuente narración a un mundo imaginario que solo en su mundo puede existir.

    Olga

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